13 nov 2015

La evolución de las especies, de Timothy Fraserer Bild





"Mi madre ya estaba embarazada, pero ni ella misma se había dado cuenta todavía. Sus cuidados se centraban en la organización de la casa, en la compra y la elaboración de las comidas, y se encargaba de las relaciones convencionales con las respectivas familias. Su marido, es decir, mi padre, que tampoco sospechaba lo que se iba fraguando al ritmo adecuado en las entrañas de su mujer, era un oficinista cabal, cumplidor y atento. Demasiado entregado a la contabilidad de una empresa a la que fiaba un futuro seguro y halagüeño, en la idea de que las viejas crisis del país habían quedado atrás para siempre. Sus vidas iban desplegándose lenta y apaciblemente, y ellos actuaban como si no hubieran dejado de ser jóvenes independientes y libres de compromisos. Pero en realidad iban respondiendo a una programación invisible, que era, a su vez, la que guiaba a muchos otros matrimonios jóvenes de aquellos años. Más allá de las obligaciones asumidas y ordenadas mi padre y mi madre visitaban a familiares y amigos, recibían a su vez a otras parejas, se dejaban aconsejar por sus propios progenitores y acudían una vez a la semana al último estreno en el Savoy Cinema. Mi madre pasaba sola gran parte del día en la pequeña parcela hogareña. Mi padre hacía cada vez más su hogar de la empresa, donde se rendía a los halagos de sus superiores y asumía trabajos que no le correspondían pero con los que trataba de mostrar su capacidad. Mi madre consideraba asueto el ir al mercado, hablar con algunas vecinas del barrio y escuchar los programas emitidos por la WQXR. Mi padre creía relajarse en su escasa media hora de comida en el autoservicio del edificio Cumberland. Ni que decir tiene que cuando llegaba a casa por las noches mi padre se esforzaba en ser galante y cariñoso con mi madre, y mi madre trataba de ocultar su aburrimiento y soledad a su marido. Una vez a la semana, cuando mi padre descansaba, entregaban sus cuerpos el uno al otro, primero con una pasión no excesiva, después según la ley de la costumbre, por último con un interés mermador cuando no ahíto de bostezos y de caída en el sueño huidizo. No, ellos no sabían nada de que en la fragua acogedora de mi madre se iba poco a poco solidificando un extraño cuerpo que algún día llegaría a modificar su sistema de vida monótona. Pero ese cuerpo, ¿estaba dispuesto a emerger nueve meses después para reproducir un tipo de vida análogo al que habían llevado mis padres? Si aquella confluencia de células y de genes en el útero de mi madre desarrollaba por reflejo un plan díscolo es algo sobre lo que no se ponen de acuerdo los médicos que me han tratado. Aquel trazado oculto y rebelde que permitiría a la criatura que naciera ser en apariencia uno más de la tribu, pero en el fondo el individuo perverso y monstruoso por el que soy conocido y buscado en varios estados".


La evolución de las especies es la última novela del escritor de Brooklyn Timothy Fraserer Bild. El texto adjunto es el comienzo de la obra que traducida por Harry López Scooter aparecerá a finales de mes publicada por Ediciones Cuenta Atrás.




(Imagen de Victor Keppler)



12 comentarios:

  1. Me gustaría leer el desarrollo y el epílogo de esta novela, me suena interesante. Me pregunto cuántos de nuestros ancestros alguna vez han pensado (lo que no significa que muchos siquiera lo hayan intentado) en romper con sus "destinos", es decir, esta rueda viva de la vida que nos arrastra y consume el tiempo y conforma. En la mayor parte de los casos estas angustias y guiños a la subversión ni siquiera pueden ser cuantificables porque los propios individuos los han callado y no han dejado huella ni en apuntes personales. Sin duda hay quienes van más allá y lo logran, concretamente, pero sospecho que son una minoría. Acaso hay que ser demasiado díscolo...
    No sé. De pronto se me ocurrió reflexionar sobre los dilemas de los que nos antecedieron... Podrá además ser un acicate para no dejarse recaer en sus conductas, repitiéndolas. Pero cada cual sabe el color de sus dolores y la dimensión de sus obstáculos.
    Te animo a que sigas escribiendo este enredo (este y otros de este blog de los cuales nos brindas tan solo con una pizca). Seré tu lectora.

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    1. He transmitido un párrafo del libro, hay que dar paso a otros libros, incluso a los imaginarios o perdidos en las ciénagas de la historia. Gracias no obstante por seguir el blog.

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    2. Libros imaginarios? Sí, creo que sería justo darles voz, estoy de acuerdo. Ánimo, pues, con los imaginarios. Seguir tus escritos es un placer.

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    3. Voz voz hay que dársela sobre todo a lo existente. Las voces de lo inexistente pueden ser bellas, estimulantes o fugitivas pero los hombres deberían cuidarse de ellas.

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  2. Gregorio paso a desearte una Feliz Navidad y un buen, pero buen año nuevo.
    Un saludo.

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    1. Muchas gracias por los buenos deseos que se aceptan en cualquier tiempo del año. Saludos.

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  3. Promete esta novela de Fraserer Bild. Realmente, no tengo refrencia de él. Trataré de comprarla. Un abrazo. carlos

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  4. Es buenísimo el texto, un retrato muy bien hecho de aquella época...

    Me encanta tu blog...

    Muchos besos.

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