5 jul 2016

Rouge, una novela anónima del siglo XX




"Cuando Marie Legrand se acostaba cada noche todo parecía indicar que era una novicia entregada a una devoción apasionada. Devota era, apasionada también. Pero sus plegarias no iban dirigidas al cielo". Desde el comienzo de la novela Rouge, una obra anónima, rara, del siglo XX, el lector percibe que no va a estar ante un argumento anodino. Marie, la protagonista, es una mujer que tras la habitual e intensa jornada de actividad necesita dedicar un tiempo para la lectura. Pero no lee diferentes libros, sino uno solo donde ella cree encontrar muchas historias. "Mary Legrand se transfiguraba al abrir cada noche el pequeño libro. Si la noche anterior la historia que había leído le hablaba de un amor inhóspito que la había dejado sobrecogida en la siguiente relectura leía que aquel amor desgraciado no era sino la excusa para que los amantes involucrados se volvieran más exigentes y no tuvieran ocasión de sentir el aburrimiento". 

Cuando el lector sigue con Rouge descubre cómo Marie Legrand va leyendo y escribiendo desde su propia lectura. Escribir es imaginar pero también jugar con las palabras, y en este sentido la protagonista narra en su propia mente, sin necesidad de coger un lápiz, un relato dentro de otro o bien los da la vuelta. Sin que tenga prisa por saber si el libro va a acabar alguna vez. Y leer, ¿qué es? ¿No se trata acaso de un ejercicio que crea un espacio que a su vez crea y recrea otros lugares, otros tiempos, otras situaciones? ¿Qué pretende el anónimo autor con esta obra?¿Acaso propone que los libros interesantes, importantes, deben ser leídos nuevamente a lo largo de la vida? ¿Plantea que la visión de lo que se narra en un libro leído a los quince años no va a ser la misma que si se lee a los treinta o a los cincuenta? ¿Dice de modo subliminal que lo que está escrito, tan aparentemente invariable, cambia al ser interpretado, y que la interpretación depende de la evolución del lector? 

Si la edad trae el recuerdo de lo leído, como parte de lo vivido, también trae nuevas perspectivas. La diferencia con las vivencias del pasado es que aquellas no se pueden revivir y el libro puede releerse. Al fin y al cabo, leer más de una vez una narración es poner a prueba nuestro propio deambular por el mundo. Y con ello el continuo cambio de nuestros pensamientos, nuestras aspiraciones, nuestras dudas. Leer es la conciencia de una evolución paralela.

Rouge, este misterioso libro anónimo aparecerá tras el verano en Ediciones Crípticas, en una traducción de Jean González y Lilian Seberg.



(Cuadro de Mary Jane Ansell)