1 jul 2015

Las abanderadas, fragmento de Crónicas de la calma, del periodista Anatoli Chausheva





"Ellas son las abanderadas. Los vestidos al viento, el mástil de los cuerpos enhiestos, el movimiento ondulante de unos brazos que lo abarcan todo, el paso marcial y unísono de unos pies fimes. Y el alma de su ropa interior, marcando la liturgia de una ceremonia guerrera pero amable. Su estilo de desfilar es el único armamento de estas jóvenes. Mirada al frente, cabeza altiva, atributos femeninos avant-garde. El empuje ante el que las autoridades se cuadran, el enemigo se rinde, los pusilánimes se convierten. Adoro esta fotografía del gran Boris Ignatovich cuyo clic no rompió filas en la Plaza Roja, sino que las concentró todavía más. Cuando después de la parada nos fuimos a beber vodka en la Taberna del Oso, en uno de los callejones que dan a Arbat, Boris nos contó su experiencia y desató sus sentimientos: 'No sabía dónde ponerme, pero al verlas venir, intensas y hormonales, agitadas y a la vez tranquilas, fueron ellas con su paso las que me indicaron el punto. Descubrí el ángulo, calculé el vértice, me senté en el suelo y disparé una y otra vez. Pero la primera toma resultó ser la más acertada. El ruido de cientos de pies, no menos severo que el de unas botas de media caña, ocultaba risas, apagaba palabras cariñosas, pero yo allá abajo lo oía todo. Boris, sácanos más que enteras. Boris, te queremos, nos tienes. Boris, no habrás visto unas banderas como éstas. El comisario Etvuchenko, que estaba a mi lado, se ruborizó pero conteniendo su risa y buscando mi complicidad las llamó por lo bajo condenadas abanderadas. Somos las matronas del padrecito Iósif, chilló una esbelta camarada, como un autoelogio del que el comisario prefirió no hacerse eco.' 

Boris Ignatovich era un maestro de la cámara y concebía el paisaje urbano como un museo, a las personas como esculturas, las máquinas como músculos, los gestos humanos como rituales y las sonrisas de los amantes...ay, las sonrisas, cómo sabía captarlas, las que se distinguían por su naturalidad y aquellas otras que se esbozaban forzadas para la propaganda y las circunstancias."

Este fragmento -traducción de Nicolai Fernández Kalenko- de Crónica de la calma, del periodista y luego disidente Anatoli Chausheva, ha visto la luz en la editorial Stare Rossya. 



4 comentarios:

  1. también se trata de una era de ilusión y desengaño, lamentablemente
    saludos

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  2. Casi como una miríada de palomas antes de despegar su vuelo. Bella la foto. Saludos. Carlos

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