4 oct 2017

El año en que Lee Miller y yo nos amamos apasionadamente. Edward Anderson Wells




"Fue en París cuando nos miramos. Por supuesto, antes nos habíamos encontrado en un checkpoint de frontera. Unas palabras ligeras, varios amigos de por medio, coñac requisado a los alemanes, que a su vez se lo había robado a campesinos franceses, intercambio de periódicos y fotos, muchas fotos que no sé dónde habrán ido a parar. Allí hubo miradas cruzadas, ligeras, movimientos de ojos a unos y a otros, sin más. ¿Que a mí se me registró algo de ella tras la retina? ¿Que ella se quedó con una cierta percepción de mí por alguna frase o risa? No lo sé. Lo que sí sé es que en París nos miramos."  

El novelista Edward Anderson Wells, nacido y criado en Birmania, comienza de este modo su narración inédita, El año en que Lee Miller y yo nos amamos apasionadamente, de la cual no se había tenido noticia jamás, y cuyo manuscrito mecanografiado había aparecido hace poco más de un año en el traslado de los muebles de la casa de su amigo John Demarie. 

"Era Pernod lo que bebíamos formalmente pero lo que nos emborrachaba de verdad era una lenta ingestión de nuestras miradas. No estábamos solos. Es curioso, pero salvo en momentos de cama, nunca lográbamos quitarnos de encima los amigos que se nos pegaban. Probablemente todos acudieran como moscas al pastel que Lee ofrecía y que no era su mera belleza física. Lee sabía tratar a los hombres, no despreciaba a nadie por muy tímido o insignificante que se mostrara, y esta actitud era tan reconocida como atrayente para cualquier hombre que entrara en nuestro círculo. Diría más: su atención hacia cualquiera abrigaba y el más desesperado se sentía reconfortado. Nadie era ínfimo para ella. Yo mismo, que no me considero de un atractivo que descuelle, no acabo de creer que se me insinuara tan sinceramente. Por qué yo, le pregunté un día, no sé si pidiendo una confesión o exigiendo que me aportara una idea sobre mí que yo no había percibido nunca. Ella, entonces, por respuesta, convertía su mirada, más aguzada y penetrante, en un lenguaje secreto, profundo, solo destinado a mi capacidad de absorción sensitiva. Eso me bastaba. No sé si yo le devolvía análoga intensidad de sentimientos, pero me aceptó en mis límites y los expansionó. Hasta que se cansó de mí, varios meses después."

Anderson Wells traza algo más que un relato de atracción en tiempos de guerra. Una atracción loca podría ser una calificación demasiado superficial, pues los personajes que dibuja no se definen por el lado erótico únicamente. O si esta vertiente predomina el escritor no la reduce a describir encuentros o resaltar instantes intensamente lascivos. Ahonda también en los lenguajes que se multiplican en dos individuos que se buscan y arriesgan sensaciones y sentimientos para obtener respuestas acerca de su propia personalidad.  

"Jamás me preguntas si estoy a gusto contigo, me dijo en el receso de una noche agitada. No tengo necesidad, la respondí. Escucho tu cuerpo desde que entras en la habitación. O en los contados paseos solitarios junto al Sena. Todo tu cuerpo habla y yo te recibo como un aprendiz de lenguas exóticas o de argot barriobajero. Entonces ella me atrajo por el cuello. Su boca latía en mi oído, sus dedos llamaban con fragor sobre mi piel, y aquellos pechos rígidos danzaban junto a mi pecho. Vengo de vacíos que nadie sabe, dijo quedamente. No estoy aquí solamente para que tu cuerpo sea un vehículo pasajero sobre el mío. Deberás saber de mí y me responderás cuando te pregunte si me aceptas en todas mis imperfecciones. Estuve a punto de afirmar, pero ella no me dejó. No digas ahora nada, prueba antes cómo las vidas se multiplican desde los cuerpos pero, eso sí, házmelo saber."


La obra inédita de Edward Anderson Wells El año en que Lee Miller y yo nos amamos apasionadamente se halla en proceso de impresión. Una edición a cargo de la editorial Earth & Moon. 





2 comentarios:

  1. Además de la historia, que seduce en el inicio e invita a ser leída, me ha atrapado el hecho que el manuscrito original haya sido encontrado por alguien durante una mudanza (luego de la muerte del autor?) Creo que el detalle le agrega encanto y manifiesta una intención del destino para que la obra saliera a la luz.
    Una crónica muy interesante.
    Saludos

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    1. Esto que dices me lleva a considerar que cuánta obra habrá desaparecido, debido a guerras, robos, persecuciones, ocultaciones queridas o no, etc. Cuánta gente no habrá publicado jamás, por ejemplo. Cuánta obra nonata, en fin.

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