30 jun 2021

Los ángeles zarrapastrosos. Un relato de Giovanni dell'Acqua

 



"Fue en la tarde del solsticio cuando dos ángeles zarrapastrosos se subieron a la fuente monumental. ¿Por qué ellos están ahí, dijo uno al otro contemplando la exuberancia de los querubines barrocos, y a nosotros se nos veta? La niña, más aguda, le consoló. ¿Y para qué quieres estar ahí? ¿Para ser piedra toda la vida? Pero al menos seríamos insensibles, le dijo el chico. No pasaríamos frío ni nos importaría la lluvia ni tendríamos nunca hambre ni nos afectaría que nos tratasen mal. Ella se quedó pensativa. Pero, ¿sabes?, no jugaríamos, ni nos reiríamos, ni haríamos travesuras, razonó si bien no convencida del todo. Además, si hemos de pasar hambre mejor corretear por el mercado a ver qué birlamos. Si ha de ser frío, ya habrá un brasero de caridad. Si nos envuelve la suciedad, el río o un manantial no nos han de faltar. Que alguien nos maltrata, huiremos de él. ¿Qué pintaríamos nosotros clavados en una fuente, gorditos y con cara de pánfilos? Mejor nos quedamos donde estamos. Siempre tendremos el recurso de divertirnos y hacernos mayores algún día. ¿O no sabes que los hombres de piedra no existen? Algunos sí, le replicó el otro. Mi padre siempre se lo dice a su patrón: usted tiene el corazón de piedra".

Este comienzo, que podría ser perfectamente de neorrealismo italiano, va a marcar ya la pauta del relato que Giovanni dell´Acqua escribiera hace varias décadas y que había permanecido inédito hasta hoy. Un lector superficial tendría la impresión de que el libro va de las aventuras y desventuras de dos criaturas en una sociedad inhóspita. Un lector avezado creerá distinguir un trasfondo de crítica de la realidad social. Un buscador de enigmas prospectará en el simbolismo de ángeles y niños, que de manera tan exacerbada cultivaron ciertos estilos ornamentales. Incluso habrá quien, siguiendo las líneas de reconsideración de los maltratos a la infancia, vea una denuncia manifiesta de la vida desgraciada que han llevado en el pasado millones de niños. En cierto modo hay de todo ello, pero lo que prima en el relato es el estilo poético que empapa los diálogos, a medida que avanza la descripción.

Pendientes de que Los ángeles zarrapastrosos, de Giovanni dell'Acqua, vea la luz. Lo hará en la editorial La medusa feliz ya en el próximo otoño.




(Fotografía de Elio Ciol)


4 jun 2021

Mi encuentro con Setsuko, de Numata Beppu

 



"Fue hace una eternidad. Viajaba yo en tren a Kawasaki, por exigencia de mi trabajo de agente de ventas, cuando me crucé con ella en el pasillo del vagón. Si no hubiera sido porque su sonrisa real era idéntica a la de sus películas no hubiera estado seguro de reconocerla. Ambos íbamos contemplando el paisaje. Como no la quitase ojo Satsuke echó una bocanada de vaho sobre la ventanilla y escribió: sí, soy yo. Me sentí indefenso al ser descubierto en mi osadía de voyeur sin remedio. Luego borró el mensaje, volvió a la pizarra de vaho y dejó una frase: y tú ¿quién eres?" 

Así comienza la novela Mi encuentro con Setsuko, de Numata Beppu, una historia de un tiempo en que se reconstruían las vidas de los que habían sobrevivido a la guerra en Japón. En los años posteriores a la derrota quien más o quien menos comprobó que esta no había sido única sino varias, paralelas y desgarradoras. Derrotas económicas, causada por la secuela de paralización productiva y el daño a las instalaciones industriales del país. Vicisitudes de las carencias de productos indispensables y las penurias consiguientes. Asunción de las pérdidas humanas, pues ¿qué familia no podía contar de haber perdido al menos uno de sus miembros en aquellas veleidades imperiales? Derrumbe de las tradiciones y de los símbolos de poder. Agotamiento de los discursos habituales hasta entonces y fin de los paradigmas morales y de costumbres de la vieja sociedad. Todos estos elementos nutren las páginas de este relato que había permanecido oculto hasta hace poco y de cuyo autor, Numate Beppu, no se sabe nada, y sobre el que cabe sospechar que se trata de un heterónimo o bien de un viejo escritor recóndito, que no quiere ser reconocido nuevamente, o bien de alguien que se limitó a reflejar pensamientos y preocupaciones de la etapa de reconstrucción, sin mayor intención de publicar.

El argumento de la novela se desarrolla íntegramente en el viaje. Si la actriz va a descansar unos días en un onsen de la costa el viajante comercial realiza un desplazamiento anodino más de los que hace ordinariamente. Pero el encuentro con Setsuko le lleva a cuestionarse su vida, algo que ella viene haciendo desde hace tiempo. "No me vea usted como personaje -le dice la protagonista de la novela al viajante- y no quiera verme tampoco como la mujer que le parece que soy. Cuando un hombre y una mujer se miran y se dirigen la palabra cabe esperar una conversación al uso, donde se ocultan intenciones personales. No tenga usted ninguna intención especial respecto a mí, le permito el acercamiento de su curiosidad, pero a cambio de que yo quiera satisfacerla respecto a usted. Soy una simple actriz que representa papeles de otros. Usted es un actor de su propia vida cotidiana que se desdobla en diferentes papeles para tratar de obtener beneficios por sus ventas. Pero que sospecho que le permite conocer muchos más paisajes y personas que yo. Mis conocimientos se desarrollan a través de guiones cinematográficos. Los suyos probablemente tienen lugar en cada contacto que realiza con individuos comunes, de carne y hueso".




El tono de esta clase de reflexiones agiliza el desarrollo del relato, en la que ambos protagonistas se hacen confidencias sobre los cambios que se van operando en ellos. El viajante se esfuerza por superar las desgracias pretéritas, y así se lo hace saber a la actriz. "La vida se nos ha cambiado a todos. Nos habíamos quedado sin familiares, sin amores, sin trabajo, sin casa. Sin ilusiones, en definitiva. Habían quebrado las relaciones más seguras y tuvimos que recurrir a reinventarlas. Para los jóvenes ha sido más sencillo, no estaban tan condicionados como los adultos. Pero en los ancianos la quiebra ha sido profunda, aunque también, todo hay que decirlo, con más capacidad de resignación. Quién sabe si estos pocos años que llevamos de supervivencia al desastre, luchando por superar el hundimiento, no estamos descubriendo todos los errores de otros tiempos. Setsuko le replicó con la apacibilidad de su entonación. ¿Usted cree que saldremos adelante bajo otros paradigmas que no tienen que ver ya con aquellos por los que nos habíamos regido hasta ahora? El viajante, vestido con un impecable traje americano, proyectó el humo de su cigarrillo hacia el paisaje veloz de la ventanilla. Ya ve, dijo moviendo las solapas de su chaqueta. Nosotros somos un ejemplo constructivo, dijo. Adaptarnos a lo nuevo es lo saludable. Ya tendremos tiempo de saber qué permanece útil de la cultura antigua y qué nueva clase de costumbres nos van a permitir vivir mejor".

Interesante el relato para quienes deseen conocer las opiniones que flotaban en los años de levantamiento de Japón. Por supuesto, la actriz de Tôkyô monogatari -Cuentos de Tokio en la versión española de la película- es aquí una excusa estilística, sumamente atrayente. Y es que en esta novela, como en las películas, cualquier parecido con la realidad...es también realidad.

Mi encuentro con Setsuko, de Numata Beppu, saldrá próximamente editado por Nuevas Ediciones Caligráficas, en traducción de Xaquin Marimoto.