"He llegado a la conclusión de que la mano de Dios es una mano huérfana, exclamó el Padre Séverin Des Ciels, célebre teólogo de La Escuela de Altos Estudios de Teología y Metafísica de París, ante el auditorio que abarrotaba el aula La Joie. Y añadió: Siempre se ha explicado el eje de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel como un acto de creación del Ser por excelencia sobre la Nada. Ahora he llegado a comprender que la Nada arrastraba a la Nada y que el pintor hacía un guiño a las críticas que estaban surgiendo en Alemania a la corrupción de la clerecía. Todos los asistentes saltaron al unísono en un bronco ¡oh!, se miraron entre sí, unos con sonrisa cínica, otros con risa contenida, muchos con rostro severo y encogido y los más con preocupante estremecimiento. No, dijo el teólogo, no voy a despachar de un plumazo a Dios. Cada cual puede seguir manteniéndolo como guste. Simplemente quiero hablar de su orfandad originaria que ha pretendido trasladar al hombre".
Así comienza La frágil mano de Dios, obra de Jean-Claude La Limbe, tercera parte de la tetralogía De lo no creado y de lo inventado, donde el autor se ha propuesto interpretar a su manera cómo la historia humana está compuesta de vacíos que son suplidos por el hombre y acaban traducidos en nuevos desiertos. La capacidad hábil primitiva, la cultura, las creencias, el amor, las fantasías, los mitos antiguos y las ilusiones modernas, son algunos de los temas en los que, por medio de tramas y personajes que recuerdan los existentes en el pasado, intenta bucear. Cierto que su intención no está sino cargada de una ironía desgarradora que no deja títere con cabeza y con la que en absoluto pretende dañar las ideas que cada individuo lector tenga dentro de sí. "Al fin y al cabo, suele decir La Limbe, uno piensa lo que quiere acoger y lo que cree que necesita, como comer melocotones o subir a un tren. Las ideas no tienen pureza, son sólo su utilidad."
En esa dirección La Limbe cuestiona las obras de los genios pero profundiza en las intenciones ocultas. Véase este párrafo:
"Buonarroti no solía subir al andamio tantas veces como se ha pensado. Los temas de la magna obra encargada ya estaban concebidos desde los textos sagrados. Él necesitaba contemplar a Dios desde el suelo, no solamente porque así fuera la condición humana, sino porque el verdadero poder del hombre, sublime en un pintor, es la perspectiva. Quien tiene perspectiva de las imágenes de personas, de paisajes y de objetos, la tiene también sobre el pensamiento. Y esto, que al principio no era sino algo rudimentario y derivación lógica de la necesidad de procurar la subsistencia, se ha trocado a lo largo del tiempo histórico y de la experiencia humana en rector de los actos, desde los más elevados a los más modestos. El pensamiento ha destronado la orfandad divina, aunque quién sabe si para asentar el desvalimiento humano. El genio de Caprese lo tenía claro."
Literatura provocativa, lenguaje fluido, abundancia de citas de personajes y acontecimientos históricos...¿Qué más se puede pedir a Jean-Claude La Limbe, hábil excavador y, por lo tanto, demoledor de las falsas ideas construidas por los entes más interesados de la historia? La novela ha aparecido en la editorial francesa La main stupide. Ojalá sea traducida y puesta en nuestras librerías lo antes posible.
(Fotografía de Paul Nogué)