K. pregunta:
¿Qué clase de sed eres que incitas de ese modo a quien porta también el hontanar de la vida?
(Pero la sed no responde y la mujer sigue bebiendo)
K., curioso:
¿No sabes acaso que ella puede apagar tu brío cuando quiera y saciarse por sí sola?
(La sed se mira con espanto y sigue callada)
(La sed se mira con espanto y sigue callada)
(Imagen cedida por Marváz)
uy me hiciste acordar a Goethe en un pasaje que hace mucho leí
ResponderEliminarmuy bueno, refinado,
saludos
Qué rubor, ¿será que Goethe y yo éramos arrieros en otra vida y nos encontrábamos por los caminos para contarnos dimes y diretes? Gracias, Omar.
EliminarPara leer en el contexto, sutil e inteligente. Un abrazo
ResponderEliminarHabría tantas preguntas que hacer sobre la sed y los sedientos...incluso sobre los que nunca se sacian.
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