"...Creo, por lo tanto, mi querida señora, que sabrá apreciar como nadie los pequeños defectos de mi obra. Sabidos son los límites a los que debe atenerse el artista y los recursos de los que el mismo dispone. Si la capacidad creativa tiene que ceder en una pequeña proporción para salvaguardar la buena contribución de nuestros generosos mecenas, que así sea. Estos tampoco han querido quedar en entredicho con la alta clerecía y las ideas morales de nuestro tiempo. Asunto que a ambos nos importa poco, mas su bondad sabe, mi estimada señora, que yo no me debo sólo a la gratificación que me proporciona su condescendiente amor sino también a mi modesta condición de artista a sueldo. La Teogonía de Hesiodo fue nuestra referencia fundamental y la intención queda interpretada sobradamente. La ira del iracundo Zeus ha sido reflejada a través de esos cuerpos que van descendiendo, cual meteoritos del universo exterior, hasta el profundo Tártaro. La potencia de tan esbelta musculosidad de los titanes es castigada y así lo representa el accidente mismo. De nada sirven las súplicas y la perplejidad de los rostros de estos desgraciados, marcados por el destino hasta herir su propia condición viril. En este sentido, esas pequeñas limitaciones de que le hablaba, y que se perciben revoloteando cual sobre campos de amapolas, se simulan mejor al encajarlas dentro de una escena de derrota como ésta. Donde no solo pierde la misma colectividad sino que queda en evidencia la potencia individual de la que habían disfrutado antes de que el colérico padre de los dioses los expulsara..."
(De la carta que el pintor Cornelis Cornelisz van Harlem dirigió a su amante, la Duquesa de A., a espaldas del Cardenal Bonifatius Clementissimus, anterior benefactor de ambos. El cuadro se titula, y no por casualidad, La caída de los Titanes)
Libélulas y mariposas pudorosas aplastando por contraste la virilidad...curioso! jejeje
ResponderEliminarMuy, pero que muy curioso...la censura de una estética que se suple con otra estética, ¿tal vez? Aunque creo que hay más interpretaciones. ¿Es casualidad lo de poner mariposas?
EliminarInteresantísimo el post, eh, me ha encantado las ilustraciones...en conjunto, todo.
ResponderEliminarBuenos días.
Me alegro, soy receptivo a tus piropos, glup.
EliminarLa sutileza puede derrotar al exceso.
ResponderEliminarUna entrada muy suculenta.
La sutileza, respuesta a los que ven la naturaleza corpórea como objeto pecaminoso, tal vez.
EliminarNo es mi caso, todo lo contrario, sin tal vez.
EliminarLa fragilidad es corpórea como las alas de las mariposas, ni en el exceso ni en lo delicado existe pecado. !Salve! Viva Rubens (siempre discutible lo estético) y los dioses que crearon lo cárnico.
Por supuesto, Natàlia, pero ya sabes cómo han mirado los ojos de aquellos que se contrareformaron en Trento, todavía revolotean y no precisamente como los lepidópteros, aunque peor por lo que se ha visto. Y viva Rubens, por supuesto, uno de mis grandes descubrimientos de los últimos años en El Prado.
EliminarQué stendhalianos estos vengativos dioses griegos, y qué freudianos.
ResponderEliminarCon lo bonito que es que las mariposas te revoloteen solo en el estómago, en lugar de condenar a la flacidez a las fieras crisálidas de antaño...
Es que estas mariposas proceden de la factoría de Trento, sospecho.
EliminarInteresante tu entrada.
ResponderEliminarSaludos.
El cuadro es bárbaro, como muchas otras obras del autor. Gracias por pasarte.
EliminarEsas pequeñas limitaciones revoloteando son el punto débil de los titanes. Menuda respuesta de van Harlem a su caido benefactor, no? Le dió donde más le dolía. :)
ResponderEliminarEl cuadro es impresionante!
Saludos.
Acaso fue su venganza, o al menos Samsa se la imagina...Los titanes son relativamente titánicos (mejor que no se le crean, así evitarían el ridículo)
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