28 jun 2015

La buceadora Mary Sullivan, biografía de Ahiara Morita




Mary Sullivan Trulock se suicidó por falta de amor. Eso es lo que dedujo el juez de guardia de la prefectura de Chiba, en la isla de Honshu, ante la desaparición de la escritora. Se basó en una carta manuscrita de la mujer en la que exponía sus intenciones. Sin embargo, el joven juez Haiso Tsuramai, que se hizo cargo del caso posteriormente, lo enfocó de manera diferente. En el escrito, Mary Sullivan decía que iba a suicidarse, pero no que se había suicidado. Un muerto nunca escribe y menos da una explicación tras el óbito, concluyó el joven juez, por lo que aunque se tenga un escrito anterior, en este caso presuntamente de la escritora, no puede considerarse prueba sólida. Una escritora puede inventarse una historia de muerte y desaparecer simplemente para rehacer su vida en otra parte. 

La desaparición de Mary Sullivan Trulock no fue sino el episodio cumbre de una vida inquieta y aventurera. Autora de varias novelas ambientadas en el Pacífico, se hizo célebre principalmente por Las buceadoras, donde no sólo narra la vida de las mujeres que se sumergen a diario para rescatar perlas de los fondos marinos sino que es considerada un relato sobre sus propias vivencias. En efecto, Sullivan se enamoró perdidamente de una de aquellas mujeres, Ginza Onjoku, la mitad de joven que ella, y tuvo una intensa relación, que ambas mantuvieron discretamente. Pocos allegados sabían de aquel vínculo, como tampoco era conocido que la joven Ginza iniciara a Mary Sullivan en el arte y destreza de la inmersión.   

Es a partir del supuesto final de la escritora, no clarificado hasta el momento, desde donde Ahiara Morita reconstruye los entresijos de la vida de la Sullivan en su biografía La buceadora Mary Sullivan Trulock. A través de los datos que ofrece sobre su apasionada historia amorosa con la buceadora Onjoku trata de desentrañar su personalidad emocional y afectiva. "Mary Sullivan -dice Morita- tenía una personalidad estable y afirmada, pero necesitaba reforzarla constantemente manifestándose ella misma en direcciones diferentes y arriesgadas. De tal modo que el acto de amor con la mujer de Chiba debía ser complementado no sólo con la dedicación sexual y afectiva sino a través de la colaboración en las tareas de la joven buscadora de perlas". De un modo un tanto ambiguo la autora de la biografía deja caer que la desaparición de Sullivan podría haber tenido que ver con las inmersiones en el océano, pero nunca hubo una prueba que lo confirmara. Ni siquiera la desolada amante Ginza pudo aportar nada al respecto.

La biografía de Ahiara Morita está publicada en Nuevos Ukiyo-e ediciones.





(Fotografías de Fosco Maraini)




8 jun 2015

EpiKuro




        K. pregunta:
¿Qué clase de sed eres que incitas de ese modo a quien porta también el hontanar de la vida?

(Pero la sed no responde y la mujer sigue bebiendo)

K., curioso:
¿No sabes acaso que ella puede apagar tu brío cuando quiera y saciarse por sí sola?

(La sed se mira con espanto y sigue callada)




(Imagen cedida por Marváz)


3 jun 2015

Ni bellas ni bestias, un libro raro de Falstaff Connolly




"...¿Es tan fiera la bestia como la pintan? ¿Es tan dócil la bella como aparenta? La bella tiembla y se muestra sobrecogida, ¿o hace creer que se sobrecoge? El monstruo exhibe orgullo, ¿o es el rol que le prohíbe dar a entender sus debilidades? ¿Se deja acoger de manera desinteresada la temerosa hembra por la fortaleza de los brazos del osado macho? ¿Posee el volumen del basto suficiente peso específico de ternura? ¿Qué deja entrever la mirada de la mujer, resistencia o admiración? ¿Qué ocultan los párpados del hombre, sordidez o generosidad? ¿Siente la mujer frío o sed? ¿Percibe el hombre cansancio o atracción? ¿Va a premiar ella el rescate por parte de su valedor o va a huir en cuanto pueda? ¿Sabrá él mantener el intercambio que en el fondo ella le propone?..." Ni bellas ni bestias no es una novela ni un ensayo psicológico ni siquiera un tratado para defenderse de los sinsabores los vividores frustrados. Es lo que el autor Falstaff Connolly denomina un libro de interrogantes. Connolly, del que ya anteriormente leímos Los falsos inocentes, nos explica en un epílogo furtivo que las respuestas siempre son las preguntas. No es que estén implícitas en ellas sino que el mero hecho de plantearlas implica las posibilidades y solo las posibilidades responden. Solamente el mundo de las posibilidades es capaz de aseverar la realidad, opina Connolly, y cualquier otro intento de desglosar comportamientos, tratar de diseccionar conductas o levantar el polvo de los conceptos no conduce sino a multiplicar dudas y por lo tanto enigmas. Quien atiende a preguntas y no se cansa de hacerlas ya es poseedor de una porción del lógos. Su desarrollo siempre resultará confuso y los enunciados categóricos nunca podrán aclarar la supuesta verdad del alma humana. Tesis que el lector puede encontrar discutibles, pero seguro que se sentirá atrapado por el juego de interrogantes, siempre duales y divertidos.

La editorial La noche amable pondrá en las librerías en breves fechas esta pertinaz obra, cuya edición incluye ilustraciones del díscolo dibujante Herbert Ray.